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Bea Flora, modelo polaca. |
Adoro a las mujeres de tetas grandes, aquellas que tienen curvas desafiantes, magníficas, cautivadoras. Una curva está hecha para ser recorrida. El matriarcado del universo sabe que la mujer y su belleza son el motor impulsor del eje terráqueo.
La humanidad es constantemente bombardeada con la idea de que la belleza es delgada. Que a menos curvas, una mujer se ve más joven y más atractiva para los hombres. La ausencia de curvas es un reiterante de la infancia y, por ende, aquellos que gustan de las mujeres sin curvas, sin tetas, imagino que guardan dentro una pedofilia en potencia. Igual ocurre con el vello púbico. A menos vello, mejor. Pregúntenles a algunas italianas que olvidan siempre la máquina de afeitar a la hora de salir de viaje. Pero en fin, la belleza de una mujer es algo muy subjetivo. Uno puede haber sido amamantado de pequeño y de grande admirar aquellas voluptuosidades inmensas de mujeres como Jane Mansfield o las conejitas de Playboy de los cincuenta, o ser relegado a un biberón para luego decir que las flaquitas con tetas pequeñitas son las que más los ponen caliente. Yo soy del "team Ta-Ta". A más grande, mejor. Son como nubes, como montañas, naturales, vivas, sensibles y humanas.